Hay que pagar el precio

"Pues Dios los llamó a hacer lo bueno, aunque eso signifique que tengan que sufrir, tal como Cristo sufrió por ustedes. Él es su ejemplo, y deben seguir sus pasos" (1 Pedro 2:21, NTV)
El Señor y sus propósitos son perfectos, pero nosotros no, en diversas situaciones nos surgen las dudas y temores que muchas veces nos impiden vivir en comunión con sus propósitos para nuestra vida, como dice en el versículo puesto al comienzo, a pesar de que pasemos por situaciones que nos provoquen dolor debemos pasarlas ya que Jesús sufrió por todos nosotros.
Un ejemplo que se puede ver en libro de Ester, es que Dios tenía desde el comienzo un propósito para ella, sin embargo, en ciertas ocasiones se pudo ver temor respecto a la reacción que tendría el Rey, a pesar de esto, con el apoyo de Mardoqueo, decide ayudar.
Mardoqueo fue una guía para la vida de Ester, ya que le remarcó el propósito. Muchas veces en nuestra vida vamos a pasar por situaciones que quizás no son agradables pero debemos mirar más allá y ver que todo es parte del plan que Dios tiene para nosotros, y esto muchas veces nos ayudará a cambiar y mejorar diferentes áreas de nuestra vida con el fin de parecernos más a Jesús y seguir su ejemplo.
Muchas veces pensamos que queremos tener una vida con propósito, pero cuando examinamos nuestro corazón nos damos cuenta que preferimos estar en nuestra zona de confort, donde la posibilidad de pagar el precio se ve lejana. Esto no debe ser así, primero porque estos no son pensamientos alineados a la voluntad de Dios, y segundo, porque como dice la palabra de Dios "la fe sin obras es muerta" (Santiago 2:17). Ester tuvo que poner incluso en riesgo su vida para alcanzar el propósito que Dios tenía, no solo para ella, si no que para todo el pueblo de Israel. En el caso de Mardoqueo, vemos a un hombre con fe y con una fe activa, que impulsa a Ester a seguir llevando a cabo el plan, porque era un hombre que sabía que así como Dios los había sacado de momentos adversos anteriores, esta vez no sería la excepción.
No esperemos a mañana, todo lo que dejamos para después, realmente no está en control nuestro, ya que no sabemos qué pasará realmente. La seguridad que sí tenemos, es que Dios nos regala el aquí y el ahora para actuar por medio de la fe, confiando que cada paso lo damos con Cristo y que Él se encarga de poner todo aquello que yo no veo en su lugar. Para vivir de gloria en gloria, antes de cada victoria, debe existir un sacrificio y cuando me haya sacrificado recién puedo ver la gloria de Dios en mi vida, tal cual como lo experimentó Jesús, primero tuvo que sufrir y morir, para luego sentarse en gloria y majestad a la diestra del Padre.
Es fácil caer en la conformidad, estamos constantemente expuestas al desánimo y al no querer seguir adelante porque no logramos ver más allá, pero realmente no necesitamos ver más allá para activar nuestra fe y no solo creer en Dios, sino que CREERLE A DIOS, que es muy distinto. El avance requiere sacrificio, a veces creerle a Papá es lanzarnos a ojos cerrados a lo que Él nos envía a hacer porque es soberano y abrirá camino incluso en medio del desierto, incluso en aquellos lugares o situaciones donde no veo salida, recordemos que Nuestro Dios es experto en lo imposible.
Cristo pago el precio en la cruz para darnos vida y no una vida mediocre, con planes a medio hacer, sino que una vida en abundancia, un caminar en plenitud, donde todo lo que mi alma necesita lo puedo saciar en Él. Alomejor te encuentras en un momento de sequía en tu vida o donde te sientes estancada, pero vamos ¡tienes que dar el salto e intentarlo! Peor es quedarse de brazos cruzados esperando que Dios lo haga todo ¿Por qué? Nuestro Padre está dispuesto a ayudarnos, no a hacerlo todo por nosotras. Nosotras somos parte del plan, no estamos fuera de este, por lo tanto tenemos mucha responsabilidad y por ende mucho propósito, así que comencemos a movernos, comencemos a servir, porque somos hijas del Rey de reyes y Señor de señores y hemos nacido en este tiempo, para florecer en medio de esta generación.
¡Vamos hermana, levántate!
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